En Dental Echeverría te explicaremos cuál es la aplicación del flúor en los niños y en los adultos.

A pesar de que la relación entre la ingesta de flúor y la reducción del riesgo de caries esta claramente establecida, todavía existen ciertos miedos a la hora de valorar la utilidad de este compuesto de la naturaleza.

Es cierto que una ingesta excesiva de este producto puede generar situaciones no deseadas como la fluorosis o la intoxicación y por lo tanto conviene tener en cuenta algunos aspectos que ahora repasaremos.

Los fluoruros

Desde principios del siglo XX se ha establecido una clara relación entre el flúor y la prevención de la caries. Los estudios clásicos, demostraron claramente que los dientes cariados tenían una menor proporción de fluoruros que los sanos y que la caries era menos frecuente en aquellos niños y niñas que consumían regularmente agua natural fluorada.

Gracias a estos y otros estudios, se introdujo el uso de fluoruros en odontología, especialmente en el ámbito de la odontopediatría, con el fin de reducir la prevalencia de caries en este segmento de la población. Y efectivamente se redujo.

Gracias a la fluoración comunitaria de las aguas de algunas zonas y regiones, al uso de fluór tópico por parte de los profesionales y/o en campañas escolares y al uso masivo de pastas de dientes fluoradas, la prevalencia de caries disminuyó drásticamente durante los últimos 30 años del siglo XX. Para saber más sobre las pastes dentales infantiles, haz click aquí.

Riesgos de los fluoruros

Sin embargo, siempre ha existido una cierta preocupación por la toxicidad crónica que el flúor puede producir en los individuos debido a su acumulación en los órganos y tejidos de nuestro organismo. Esta alteración, denominada fluorosis dental, se da normalmente por la ingesta de agua con alta concentración de flúor (mayor a 2 mg/litro-2 ppm) y en la boca se manifiesta con unas manchas blanquecinas que aparecen sobre todo en los dientes de leche.

Puesto que la literatura demostró que el efecto cariostático (protector) del flúor se ejerce mejor con el uso de la acción tópica que por la acción sistémica, se extendió la controversia de que la fluoración de las aguas potables era una medida innecesaria de salud pública. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que no todos los países ni regiones tienen un acceso adecuado a tratamientos de prevención oral ejercidos por profesionales de la salud y es en estos contextos donde el flúor sistémico ingerido con el agua tiene sentido. De echo, según numerosas organizaciones internacionales tales como la Federación Dental Internacional, la OMS o el National Health and Medical Research Council, la fluoración del agua es la base de todo programa dedicado a la profilaxis colectiva de la caries, tanto por su eficiencia, como por su eficacia y bajo coste, lo cual la hace accesible a todos los grupos sociales de cualquier edad.

El único efecto adverso que se ha asociado a la fluoración del agua de consumo público es la aparición de fluorosis dental, sobre todo, en los países desarrollados influenciado principalmente por dos hechos:

  • Por un lado, el agua fluorada se usa en la elaboración de bebidas y alimentos, en el regadío de los campos y la ingestión de agua por la ganadería con lo que el flúor va acumulándose a medida que avanza el ciclo de producción y elaboración alimentaria.
  • Por otro lado, la amplia difusión de dentífricos y colutorios muy ricos en flúor.

Es por esto que antes comentábamos que esta medida de salud pública no tiene mucho sentido en contextos más desarrollados y se limita a zonas geográficas con menores recursos de salud y/o económicos.

Mecanismos de acción del flúor en niños y adultos

El flúor tiene un doble mecanismo de acción:

  • Por un lado, transforma la hidroxiapatita del esmalte en fluorapatita que es más resistente a la descalcificación. Esta reacción no es estable en el tiempo y por tanto conviene repetir la ingesta de flúor sobre todo durante el proceso de reupción dental.
  • Inhibe las reacciones de glucolisis bacteriana de la placa dental, disminuyendo la formación de ácidos. Al no generarse estos ácidos, se dificulta la descomposición de la hidroxiapatita y por tanto la aparición de caries.

Vías de administración del flúor en niños y adultos

Como ya hemos comentado anteriormente, el flúor puede llegar a la estructura dentaria a través de dos vías:

1) Por vía sistémica

En la que los fluoruros son ingeridos y vehiculados a través del torrente circulatorio depositándose fundamentalmente a nivel óseo y en menor medida en los dientes. El máximo beneficio de esta aportación se obtiene en el periodo preeruptivo, es decir, antes de que el diente salga a la boca.

La administración por vía sistémica de fluoruros supone la aportación de dosis continuadas y bajas del mismo, minimizando así los riesgos de toxicidad, que son en realidad, casi inexistentes. Aún y así, en base al riesgo de sufrir fluorosis existen tres grupos que deben ser tenidos en cuenta:

– De 0 a 4 años. Son muy susceptibles de presentar manchas en los primeros incisivos y molares permanentes ya que es éste el periodo donde se produce la calcificación y maduración de esos dientes (de los 15 a los 30 meses de edad). Aquí la dosificación del flúor debe ser cuidadosamente equilibrada con las necesidades de prevenir la aparición de caries en la infancia.

– De 4 a 6 años. Proceso de la calcificación y maduración de los dientes posteriores, premolares y segundos molares. Existe un alto riesgo de que se formen manchas de esmalte en dichas piezas dentarias.

– De 6 en adelante. El riesgo aquí es insignificante, a excepción de los terceros molares.

2) Por vía tópica

Supone la aplicación directa del fluoruro sobre la superficie dentaria por parte del profesional. La utilización de esta modalidad puede comenzar desde el momento en que erupcionan los primeros dientes y continuarse durante toda la vida. Los momentos de máxima utilidad se concentrarán en los periodos con mayor riesgo de caries que son infancia, primera adolescencia, embarazo y diabetes.

Métodos de aplicación del flúor en niños y adultos

Los podemos clasificar otra vez según su vía de administración:

1) Vía sistémica

– Fluoración de la aguas de consumo público

– Aguas de mesa con flúor: el agua embotellada constituye otra fórmula de aporte de flúor, siendo muy variable la dosis en función de la fuente natural. Debe tenerse en cuenta que no hay investigaciones suficientes sobre la posible relación entre las aguas embotelladas fluoradas, la fluo- rosis y la caries dental.

– La sal fluorada: poco conveniente debido al efecto nocivo de un consumo elevado de sal.

– Gotas y/o preparaciones vitamínicas: difícil mantener la constancia que debe prolongarse años.

2) Vía tópica

– Barnices y geles: poseen una elevada concentración de flúor (entre 5.000 y 12.500 ppm en el caso de los geles y entre 1.000 y 56.300 ppm en el caso de los barnices) por lo que son procedimientos restringidos únicamente al profesional. Se aplican a través de pinceles o cubetas ajustables a los maxilares y su frecuencia variará en función del grado de riesgo de sufrir caries dental del paciente. Este tipo de aplicaciones deben enfocarse principalmente a aquellos pacientes con alto riesgo para el desarrollo de caries.

– Dentífricos: las pastas dentífricas fluoradas carecen prácticamente de contraindicaciones en el adulto por su acción exclusivamente local, siendo éste el método más idóneo de todos por su efectividad, bajo coste y gran alcance cultural. Se han realizado numerosas revisiones sistemáticas durante la última década que demuestran que el uso generalizado de este producto ha supuesto una de las principales causas del notable descenso de la incidencia de caries dental en la población.

Si el niño no recibe suplementos fluorados ni el agua de consumo es fluorada, éste debería cepillarse con una pasta dentífrica con un contenido de fluoruro de menos de 0,25 mg/g de pasta.

A partir de los 6 años cuando sepa enjuagarse correctamente se aconsejará el cepillado con pasta de 1 a 1,5 por 100 mg/g de pasta.

A partir de los 10 años se podrá aumentar a más de 2,5 mg/g. La recomendación es que el cepillado se realice después de cada comida haciendo mayor hincapié en el de después de la cena.

– Colutorios: son soluciones diluidas de sales de flúor para realizar enjuagues bucales diarios o semanales. Se recomiendan a partir de que el niño tenga controlado el reflejo de deglución. Existen de uso diario y semanal y será tu odontopediatra quien te recomendará cuál de los dos y en qué casos.

– Chicles con flúor: el chicle estimula mediante la masticación la formación de saliva contribuyendo a mantener un cierto nivel de flúor en ella y en contacto con el esmalte. Sin embargo, hay autores que determinan que no existen ensayos clínicos controlados que avalen esta indicación. Además, masticar chicle con demasiada frecuencia puede provocar daños en la articulación temporomandibular.

En base a lo anteriormente expuesto, no está justificado emplear contemporáneamente más de una forma de aplicación sistémica ya que de lo contrario fomentaríamos la aparición de fluorosis. Sí se puede en cambio combinar varios métodos de aplicación tópica de fluoruros como dentífricos y colutorios.

Será tu dentista quién te aconsejará sobre el uso de flúor de la odontología, acerca de qué productos, a qué concentración y con qué frecuencia debes utilizar un recurso tan valioso en la prevención de la caries como es el flúor.

Este artículo es un resumen del artículo publicado en 2011 por María Belén García Sobrino en la revista Gaceta Dental.


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